Vivir en un pueblo a simple vista puede que no esté entre nuestros sueños, es
más, puede que no esté ni en nuestra imaginación. Hasta antes de la pandemia no era una de las aspiraciones vitales comunes en nuestra sociedad. ¿Por qué? porque “no se puede hacer vida social”, porque no hay lugares de ocio “como cines o teatros”, porque faltan servicios básicos, porque “no hay trabajo y tendría que conducir una hora o más hasta la oficina”. Estas, son algunas de las respuestas más comunes y escuchadas al hablar del tema.

En realidad, si lo analizamos, aparte de en el trabajo, ¿con cuántas personas distintas te ves cada día para “tomar algo”?, ¿vas cuatro días a la semana al cine o al teatro?. Además, ¿al cine vas andando?, ¿quizás te comes media hora de metro? ¿no podrías desplazarte con tu coche en un tiempo similar a la ciudad más cercana desde tu pueblo? con estas preguntas buscamos hacerte reflexionar sobre si todo eso que dices que te hace poco apetecible vivir en un pueblo, tiene en realidad el peso que le das o te supondría algún cambio importante.

Cada vez la población se concentra más en las grandes ciudades, estando despoblado el 54% del territorio de España. Precariedad laboral, contaminación, aumento progresivo del coste de la vida, alquileres por las nubes, atascos insufribles, etc. Son algunas de las consecuencias que sufrimos. Nos quejamos frecuentemente de ellas, pero parece que ni por esas se nos pasa por la cabeza alguna alternativa que conlleve vivir fuera de estas ciudades, como mucho vivir en los municipios periféricos que son ya parte de estas enormes ciudades.

¿Por qué ocurre esto? La razón principal, en nuestra opinión, es la aparente imposibilidad de creación de un proyecto que cumpla con alguno de nuestros propósitos y pasiones, fuera de las grandes ciudades. En ellas se concentra el empleo, con ello el conocimiento y las personas, las redes y vida sociales. Además, por ejemplo, para ciertas etapas de la vida, como la universitaria, en la que buscas conocer muchas personas y conocerte, vivir experiencias y descubrir pasiones, la diversidad, la intensidad y las oportunidades de una gran ciudad juegan a favor de estos objetivos.

Imagínate levantarte a las 8:00, desayunas tu café tranquilamente, con vistas a la montaña. Sales de casa y vas andando al coworking de tu pueblo, que está a 10 minutos y a veces te acompaña tu amiga, que le pilla de camino. Por la calle saludas a José, que se va al huerto y siempre te encuentras en el camino. Llegas a la oficina, allí están tus compañeros.

A las 14:00 te vas a comer a casa, descansas una horita, y te vuelves andando al trabajo. A las 18:00 sales y te vas con tus compañeros a unas cañas en el bar de al lado. A veces os quedáis a cenar, por suerte no tienes que coger el coche para ir a casa.

Otros días vas a jugar al tenis, sales en bicicleta (si no hace mucho frío) o vas a clase de pilates. El sábado quedáis los amigos para pasar el día en Albacete o Murcia e ir al cine y el domingo es día de vermut a las 13:00, que te encanta y aprovechas con tus compañeros y disfrutas del resto del domingo de tardeo.

¿Cómo te suena esta vida? ¿Se parece a la tuya? ¿Algo que te guste más? El objetivo no es convertir la vida en el pueblo en la vida que tienes en las ciudades, sino en crear una alternativa.

Solidarízate contigo mismo, porque te condenas a solo poder llevar tu proyecto de vida en una ciudad. El mundo rural se está poniendo manos a la obra para dar a conocer todo lo que puede ofrecer. Es el momento de los que queremos llenar de oportunidades y de vida entornos maravillosos. De los que queremos más alternativas. De los que queremos naturaleza en la puerta de casa, respirar un aire saludable, trabajar en nuestras pasiones con un salario digno y más cercanía con nuestros vecinos.

Y tú, ¿te sumas a la aventura? Si es así Tenemos Un Pueblo Para Ti.